jueves, 18 de noviembre de 2010

FUNCIÓN MOTIVADORA DE LA EVALUACIÓN

¿QUÉ ES LA MOTIVACIÓN?

®  Es una atracción hacia un objetivo que supone una acción por parte del sujeto y permite aceptar el esfuerzo requerido para conseguir ese objetivo. La motivación está compuesta de necesidades, deseos, tensiones, incomodidades y expectativas.
®  Constituye un paso previo al aprendizaje y es el motor del mismo. La ausencia de motivación hace complicada la tarea del profesor. También decir que la falta de motivación por parte del alumno queda a veces fuera del alcance del profesor
®  La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo.

Tipos de motivación:

®  Motivación relacionada con la tarea, o intrínseca: la asignatura que en ese momento se está estudiando despierta el interés. El alumno se ve reforzado cuando comienza a dominar el objeto de estudio.

Las experiencias que tienen los alumnos van formando poco a poco el autoconcepto y la autoestima. Es el deseo constante de superación, guiado siempre por un espíritu positivo.
®  Motivación Extrínseca:
Es extrínseca cuando el alumno sólo trata de aprender no tanto porque le gusta la asignatura o carrera si no por las ventajas que ésta ofrece.
Contraria a la MI, la motivación extrínseca pertenece a una amplia variedad de conductas las cuales son medios para llegar a un fin, y no el fin en sí mismas.

Aunque en ocasiones parezca todo lo contrario (no por la evaluación en sí, sino porque no se lleva a cabo de forma adecuada), la evaluación puede y debe cumplir una función motivadora, tanto para el profesorado como para el propio alumnado. Conocer las dificultades y poner en marcha los mecanismos oportunos que traten de superarlas es un aspecto motivador siempre y cuando logremos tener la confianza de que es posible dicha superación (cuestión que debe afectar tanto al profesorado como al propio alumnado).

La evaluación oportuna, necesaria y bien organizada favorece el incremento de la actividad cognoscitiva del estudiante, propicia el trabajo independiente, contribuye a la consolidación, sistematización, profundización y generalización de los conocimientos y la motivación por el estudio. Asimismo, favorece que el alumno se plantee mayores exigencias, defienda y argumente sus explicaciones contribuyendo a la formación de convicciones, formación de hábitos de estudio, el desarrollo del sentido de la responsabilidad y la autoevaluación.

De importancia resulta, además, la garantía de la participación individual y colectiva de los estudiantes en todo el proceso evaluativo y en el análisis de los resultados. Ello, junto con el uso de la estimulación y la crítica del trabajo, favorece la motivación y la formación de estrategias de autoevaluación y regulación por parte de los alumnos, al contar con información e incluso participar en la determinación de objetivos de evaluación, criterios, indicadores, formas de proceder.
La motivación como la fuerza polivalente que impulsa y mueve a la acción a los sujetos adoptando conductas determinadas, fortalecerá la relación profesor-alumno, la cual incentivará al educando a descubrir los diversos motivos que lo animen para ser constantes, persistentes y responsables en sus estudios y trabajos, hasta concluir el proceso de enseñanza. Los indicadores que permiten conocer las características de esta función motivadora del asesor son, entre otros, los siguientes:
Relación de la materia con el campo profesional del maestro
Cuando el alumno no encuentra relación, entre el conocimiento que está aprendiendo su vida cotidiana o su futuro campo profesional, ese conocimiento no despierta su interés, en tanto lo considera ajeno a su vida cotidiana y profesional futura. Esta relación teoría-práctica está vinculada con la experiencia o ejercicio profesional del profesor. Esto es, si el profesor jamás ha tenido la oportunidad de ejercer su profesión, no tendrá los referentes prácticos y operativos de sus muy diversos contenidos teóricos, por lo que se verá obligado a inventar o imaginar cómo se pueden presentar o aplicar en el ejercicio profesional. Si ejerce en su campo profesionalmente, su asesoría será clara y sus ejemplos precisos; hablará con confianza y seguridad, pues ha enfrentado o enfrenta problemas claros y concretos. Esa seguridad es trasmitida al alumno que funciona como medio motivador para seguir sus estudios por convicción de aprender, y no solamente con la idea de obtener un documento formal o título.

Forma de interacción y motivación del profesor
Las ideas de interacción que se dan en la relación asesor-alumno genera ambientes de aprendizaje que pueden ser autocráticos, permisivos o democráticos. Si son autocráticos, el profesor tutor se impone, él decide qué aprender, cómo hacerlo, él es el centro del proceso enseñanza-aprendizaje, el alumno es objeto de enseñanza y no sujeto de aprendizaje. La motivación por el aprendizaje significativo, se reduce a lo que el asesor quiere que aprenda el
alumno o, mejor dicho, lo que él desea que repita el alumno. La relación permisiva, es aquella en la cual el profesor deja a su libre albedrío al alumno. Lo deja hacer sin ninguna dirección. La dirección gira en torno a varios puntos de atención, que obedecen a otros tantos objetivos del alumno, que pueden estar o no relacionados con los objetivos de los temas, con los de las asignaturas o a los objetivos curriculares. La relación democrática, es la relación donde el docente se convierte en un coordinador y facilitador del aprendizaje. Orienta al alumno a descubrir lo significativo de los contenidos, convirtiéndose en un sujeto de aprendizaje. En este sentido, la motivación lo mueve a aprender por convicción de aprender y descubrir un universo de significaciones que están relacionados con su vida cotidiana y con su futura vida profesional.

Organización de actividades con propósitos definidos
El planteamiento anterior nos lleva a pensar en un profesor que no improvisa, sino que planea sus clases y crea ambientes de aprendizaje. Que lleva un registro del avance del alumno y hace a un lado la espontaneidad, porque de antemano organiza las actividades de enseñanza y aprendizaje con propósitos definidos de supervisión y evaluación de los diversos contenidos, así como la aplicación de los mismos por el alumno. Se trata de anticiparse a la evaluación que realizará la sede central.

Estimulación del razonamiento
Si partimos del hecho de que los ambientes de aprendizaje se generan a partir de situaciones y condiciones de la relación asesor-alumno, el asesor debe promover los procesos mentales e intelectuales en el alumno, orientados a estimular la reflexión y el análisis de la problemática tratada. Es de suma importancia que las categorías, conceptos, principios, leyes y teorías que integran la ciencia, sean aplicados para encontrar posibles explicaciones de los objetos y fenómenos de estudio que nos presenta la realidad. Dicho de otro modo, el docente debe orientar al alumno a que analice y exponga, fundamentando sus explicaciones mediante la utilización de conceptos y categorías de análisis, su interpretación de la realidad.

Orientación de la ansiedad

En un sistema de enseñanza, la evaluación genera ansiedad, o sea, estados de inquietud o zozobra del ánimo y aflicción que repercuten en el aprendizaje. La ansiedad se puede presentar por varios motivos, por ejemplo: el desconocimiento de los antecedentes de la materia o asignatura que se va a estudiar, lo cual provoca estados de tensión y hace ver que el contenido es denso y pesado; la falta de métodos de autoestudio; la ausencia de guías de estudio, de actividades de aprendizaje o autoevaluaciones. El profesor, debe conocer las necesidades del alumno para canalizarlas a las fuentes generadoras de angustia y superarlas. Si se combina un texto pesado conceptualmente, con problemas tipográficos, con la falta de métodos y técnicas para el autoestudio y, las limitaciones en el tiempo; la angustia aumenta de grado y el alumno tiende a suspender sus estudios y eventualmente, termina por abandonar el sistema educativo.



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